Creo en el silencio de Dios
en el amor que se resite a ser real.
Creo en el fracaso
me gustan los amaneceres y los principios.
Creo en la libertad maniatada
y en la que se ulcera por falta de acción.
Creo en la inmanencia
en mi esqueleto protector
en la justa curvatura de las costillas
la intricada austeridad de la columna
la rotunda desnudez del cráneo.
Creo en la transparencia azul misteriosa
en los ojos de mi madre
en la enhiesta autoridad de un padre.
Creo en la pequeña Aina
en la fortaleza de su corazón minúsculo.
Creo en este nudo en la garganta
en las casi lágrimas.
Nota: escribí este poema después de ver por primera vez la ecografía de mi primera y única nieta, Aina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario